La Presidenta de la Comunidad de Madrid pareció desairar al Gobierno y a los demás presidentes autonómicos al abandonar la conferencia interterritorial del pasado domingo para asistir a una misa por las víctimas de la epidemia de coronavirus.

Es comprensible su necesidad de acudir al acto, celebrado en la Catedral de La Almudena, también sus lágrimas durante el mismo. Son muchos miles de personas las que nos han dejado. La Comunidad de Madrid, con un tercio de los fallecidos en España, ha sido la más afectada. Isabel Díaz Ayuso es la responsable de esa administración regional, que tiene transferidas las competencias en asuntos de salud. Respondió mal en las primeras semanas y luego se vio desbordada, a pesar del esfuerzo y sacrificio de los profesionales de sanidad. En eso coincidió con el Gobierno español. Ni unos ni otros quisieron aislar esa Comunidad, como tenían que haber hecho, como aquí se pidió entonces.

Tiene suerte Doña Isabel Díaz Ayuso de ser católica, una religión que perdona cualquier pecado, si uno se arrepiente. En la misa sí que parecía arrepentida, tiene motivos.  A los dos madrileños, agnósticos o ateos, que dirigen el Gobierno central no les queda el consuelo de que alguien les regale el perdón. Aunque las bondades de la absolución están tan fuertemente arraigadas en la cultura española, que nuestros dirigentes, independientemente de su adscripción religiosa, actuarán como si los hubieran perdonado. Apuesto a que ninguno de los tres dimite y se retira de la política.

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3 comentarios

  1. La comparación me parece desafortunada e injusta.
    Y ya que «va» de irresponsabilidades y arrepentimientos, comenzaré por recordar que, efectivamente, se puede retar a unos y otra a que tire la primera piedra quien de ellos se sienta sin culpa.
    Madrid, por su condición de capital, población, cosmopolitismo, etc., tiene unas singularidades que no se pueden ignorar. Una cosa es que la C.A. tenga asumida la competencia en asuntos de salud y otra que, queriendo o no, alcance para acordar el «cierre» de Madrid, decisión en principio comprensiblemente compleja que, en cualquier caso, supongo corresponde al Gobierno Central, quien teórica y legalmente asumió el mando exclusivo y excluyente en la persona del Presidente Sanchez.
    De todos modos, si la Sra. Díaz Ayuso «pecó» de algo, habrá sido de omisión. El Gobierno central lo hizo de omisión, acción y tal vez de pensamiento. A estas alturas no creo sea preciso hacer un relatorio de su aliento proactivo y participación en actos multitudinarios contrarios a las advertencias de la OMS y hasta del sentido común, que propiciaron una masiva expansión del virus y posteriormente la dramática falta de provisión de medios que, junto a un sin fin de sonrojantes despropósitos de todos conocidos, derivó en lo que derivó y derivará. El «mando ÚNICO» no se impone para no ser efectivamente ejercido. No para capitalizar potenciales éxitos, lamentablemente inexistentes, y diluir graves responsabilidades/irresponsabilidades.
    Es por ello que sin arrogarme la condición, que no me corresponde, de defensor ni de fiscal, sino ateniéndome a hechos que considero objetivos, no puedo considerar de recibo semejante reparto igualitario de culpas.
    En lo que no voy a entrar es en supuestos desaires, profesiones o no de fe, arrepentimientos y absoluciones, porque eso entra dentro del campo de lo personal y de lo subjetivo y allá cada quien.

    1. En esto discreparemos siempre. Intento ser independiente. El centralismo nos ha costado miles de muertos innecesarios. La mayor culpa es de los que gobiernan el Estado, pero considero que, aunque en Galicia el PP tiene una visión más rica de la realidad, este partido es el principal estandarte del «nacionalismo madrileño», el más peligroso para una España unida en su diversidad. Todos necesitan la absolución de sus pecados mortales.

  2. Me da la impresión que en la respuesta a la respuesta se aparta del fondo de lo que se trata en la entrada de origen y de mi aportación inicial.
    Obviamente, la discrepancias en ésto y en otras cosas pueden darse, es saludable, pero los hechos concretos, publicos y publicados, son los que son y en lo dicho sobre ellos me reafirmo.
    Otra cosa son las apreciaciones y valoraciones subjetivas, sujetas a interpretaciones en las que se puede caer en un indeseable maniqueismo centralismo/autonomismo (malos y buenos) que, según una serie de consideraciones que desbordan este comentario, pueden tener y tienen fortalezas y debilidades. Las cosas no siempre son buenas o malas en si mismas si no en función del uso/abuso que haga de ellas y para encontrar ejemplos de ello no hace falta buscarlos muy lejos.

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