En democracia, la política es el arte de la negociación, de lograr acuerdos, de la defensa de las libertades, de la persecución de los abusos de poder, de la confrontación electoral. No debe emplearse jamás la violencia al servicio de objetivos políticos.

Acabamos de celebrar el 150 aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, al que mi libro le dedica un admirado recuerdo (págs. 82-83). Es un ejemplo de cómo se pueden conseguir grandes logros, cambios radicales de la soberanía, sin violencia, con resistencia pasiva. Él fue un mártir de sus ideas y murió por la violencia nacionalista hindú. La India aún no se ha recuperado totalmente de ese virus. Hay que reivindicar las enseñanzas de Gandhi, recordarlas en tiempos en los que crecen  enfrentamientos a causa de las desigualdades, el ascenso de autócratas salvapatrias y la manipulación de emociones de todo tipo, reforzada por la comunicación digital y las posibilidades de manipulación que ofrece.  

Es una pena lo que está pasando en Cataluña, donde grupos radicales organizados están aprovechando el resentimiento por todo lo que rodea el procés para bloquear sistemas de comunicación y realizar protestas violentas. Confío en que se trate de una situación transitoria, que el catalanismo vuelva a imponer su tradición de lucha pacífica y no se deje arrastrar por los resquemores de juicios que ven como violencia política ejercida desde el Estado.

Combatan la violencia en las calles con mesura y proporcionalidad. Hagan resistencia inteligente a los excesos de la matraca recentralizadora: que si el artículo 155, que si la ley de Seguridad Nacional (típico adjetivo innecesario). Es el momento de recurrir al seny, de domesticar los sentimientos heridos. No basta sólo con condenar la violencia, deben evitar ser partícipes de situaciones en que ésta pueda desarrollarse. No den razones de orden público para que algunos políticos del pasado justifiquen  una escalada represiva del Estado. Eso perjudicaría a todos, sobre todo a Cataluña.

                                             …………

La fotografía que ilustra esta entrada, no corresponde a los enfrentamientos en Barcelona, la tomé en Bilbao (3/3/14) durante enfrentamientos de radicales abertzales, protestaban contra el FMI que estaba reunido allí.

Únete a la conversación

4 comentarios

  1. Totalmente de acuerdo. La violencia no es la solución a los problemas que nos acucian hoy. El derecho a discrepar es demasiado importante para intentar solucionarlo con violencia.

  2. Totalmente de acuerdo pero en este momento hay muchos sentimientos que afloran y cada uno los externaliza a su manera.
    Siempre hemos visto estos grupos minoritarios que al dinalizar las manifestaciones aprovechan para liarla. tristemente no es Catalunya una excepción

    1. Las expresiones altamente calóricas en manos de instituciones con poder son interpretadas por otros calóricos como violencia. Así está el mundo, algo explico ayer sobre el contexto que me dio pie a escribir el libro. Gracias por tu comentario y perdona la tardanza.

Dejar un comentario

Responder a Julio Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *