Este blog y el libro que le sirve de base ponen el acento en la necesidad de realizar cambios en las instituciones para adaptarlas a un mundo más integrado y poblado del que había, por ejemplo, en 1945 cuando se creó la ONU. Entonces, la Segunda Guerra Mundial estaba recién finalizada, el intenso proceso de descolonización posterior a punto de comenzar y la “guerra fría” en ciernes.

Tanto a nivel internacional como dentro de cada Estado, cada día parece más difícil acometer las transformaciones que la evolución de la Humanidad nos demanda. Pero, de no hacerlo, tendremos problemas crecientes con grave riesgo para todos.

La ONU es donde se deben debatir y acordar políticas que nos ayuden a superar tensiones, guerras, pandemias o violaciones de los derechos humanos. Por eso, es preciso hacer un esfuerzo para eliminar las limitaciones que tiene. La celebración de su 75 aniversario es buen momento para hablar de ello.

La gran reforma imprescindible es la del Consejo de Seguridad (CS) y su sistema de toma de decisiones, que son reflejo de otra época. De cuando, por ejemplo, la India era una colonia del Reino Unido y no estaba a punto de convertirse en el Estado más poblado del planeta. Entre los miembros permanentes del CS debería estar la India y alguno más (Brasil, Nigeria, Japón, Indonesia, Alemania, Méjico y Sudáfrica son ejemplos relevantes) Además, es urgente suprimir el derecho de veto con que cuentan 5 países privilegiados y sustituirlo por mayorías cualificadas para las decisiones más difíciles, si queremos que sea un órgano operativo y no se bloquee a la mínima tensión relevante.

Como va a ser muy difícil que lo hagan, necesitamos que la mayor fuerza de dinamización institucional del mundo moderno, la UE, fomente foros paralelos aunque tengan objetivos limitados. Podría empezar por uno que agrupe a las diversas asociaciones regionales de países que ya existen, al menos para tratar asuntos relativos al comercio y a la seguridad entre vecinos. También puede ser importante que cuaje una alianza entre las nueve principales democracias, al margen de Estados Unidos, que representan un tercio del PIB del mundo, para crear un «comité para salvar el orden mundial» como proponía The Economist en su primer editorial de la semana pasada.

Lo idóneo sería reformar la ONU de acuerdo con lo expuesto. Pero no podemos convertirnos en estatuas de sal por mirar hacia atrás, un mundo muy compacto y con graves desafíos comunes exige que seamos capaces de tomar decisiones colectivas. Si la ONU no cambia es preciso buscar alternativas.

Simplificando y acogiéndome a las dos entradas anteriores, iremos mejor si trabajamos en clave actual, como Costa Rica, y dejamos de agarrarnos al pasado para afrontar el futuro, como hace Rusia.

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1 comentario

  1. Me parecen muy interesantes y oportunas las consideraciones y propuestas que se ofrecen respecto a la ONU y más concretamente en el sistema de toma de decisiones (o de no toma) del Consejo de Seguridad. Ni el mundo en que vivimos, globalmente contemplado, ni los paises que lo conforman guardan demasiadas similitudes con el de hace tres cuartos de siglo y ello es un echo objetivo que no debe ser olvidado. La libertad está en peligro sin una seguridad bien entendida y equilibradamente defendida.
    Pero todo esto me hizo tomar conciencia de una realidad que también exige adaptaciones:
    ¡ Soy más viejo que la ONU !

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