Europa vive acosada por la pandemia que, sumada al Brexit, la debilita bastante. De entrada, los Estados miembros se han puesto a recuperar unas fronteras que algunos echaban de menos. Eso sí, no han sido capaces de aislar los problemas interiores (este blog 19/03) y los dos principales países del sur son, hasta ahora, los más afectados por la epidemia de covid-19 en el mundo. Todo ello ayuda a que se atenúe la luz de esperanza que se proyectaba sobre la idea de Europa, de la apertura y la colaboración como ejes de la construcción de espacios de concordia y de trabajo en común, que demanda y sigue pidiendo a gritos una Humanidad muy integrada.

Frente a la “decadente” Unión Europea se alzaría el sistema asiático: centralizado, nacional, acostumbrado a la obediencia, algo racista y misógino y que tolera incluso la intromisión del Estado en la vida privada. Es posible que ese entorno político facilite la reacción ante un desafío sanitario como el que tenemos delante. Los que consideramos que la Unión Europea es un proyecto para profundizar y exportar estamos en horas bajas. Aunque tampoco hay que hacer tanto caso de la propaganda asiática, porque en la vieja Europa no todos lo están haciendo mal.

La idea de iniciar un plan a corto plazo para eliminar los billetes de euro encontrará oposición, pero merece la pena debatirlo. La propia canciller alemana ha comparado la situación de emergencia que atravesamos con la II Guerra Mundial y se ha saltado las limitaciones de la constitución y la tradición para disponer de más fondos públicos, sabiendo que eso acarreará un déficit en las cuentas del Estado. Ya estamos rompiendo moldes.

Unos hablan del Plan Marshall, otros se acuerdan de Keynes y de la imagen de un helicóptero regando el país de billetes. Son ideas buenas en envase antiguo. La última hace referencia a la conveniencia de una política monetaria agresiva, pero es aún más necesaria la primera, una decidida política fiscal, aunque la crisis esté poniendo a prueba las finanzas públicas de los principales países afectados, que ya no eran muy buenas.

Europa tiene una ocasión única para salir con orgullo de este desafío. Es el agente mundial que está mejor situado para dar un paso decisivo en la calidad de vida de los humanos y en la lucha contra la desigualdad, eliminando una forma de dinero innecesaria que constituye un cáncer social. De entrada, tiene dos socios (Dinamarca y Suecia) que ya lo están haciendo. Disponemos de tecnología y experiencia para dar el salto.

Volviendo al llamado Plan Marshall que hará falta para salir de este lío. Esta vez no lo pagarán los americanos. Alguien tiene que poner el dinero y los Estados están bastante exhaustos. ¿Por qué no se lo sacamos a los que evaden impuestos, los corruptos, los terroristas, los que roban, los que trafican con drogas, armas o personas…? Que hagan algo por el bien de todos por primera vez.

¿No les parece una ocasión que no se puede dejar pasar, un fuerte plan de recuperación pagado por los malos? Sabemos cómo hacerlo. Europa volvería a ser un ejemplo para el mundo, abriendo el espacio a las ideas que mueven la Humanidad del S. XXI. Necesitamos esa determinación cuya falta algunos nos echan en cara. Hay que ayudar a que el Estado recaude más y gaste menos. Veámoslo como una gran oportunidad y actuemos en consecuencia.

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2 comentarios

    1. Siento transmitir esa percepción. El artículo es prolongación de otro y parte de una serie, por lo que creo que se entiende mejor en ese contexto, que se va a prolongar en varias entradas más (el texto de libro que escribí sobre el tema se puede bajar de internet y ayuda a entender lo que se dice) . Como la desaparición de los billetes es ya sólo cuestión de voluntad política en países avanzados y tendría muchos efectos positivos, he querido resaltar que representa una oportunidad para Europa en momentos en que necesita superar, a consecuencia de la pandemia, una crisis económica gravísima y reafirmarse como un instrumento necesario para sus miembros.

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