Pocas fronteras hay en Europa tan artificiales como la que tiene Galicia con Portugal, por eso me sirven de ejemplo próximo de las ventajas que podemos obtener por el desgaste de las viejas líneas divisorias que se registra en el Siglo XXI.  Fue Europa la que nos ayudó a superar la fractura de una historia que generó dos Estados en la Península Ibérica. Desde la entrada de España y Portugal en la UE, el crecimiento del comercio entre ambos lados de la raia ha ayudado a la mejora económica de Galicia y de la zona más próxima del país vecino, que antes era allí marginal.

Pero los siglos de separación no desaparecen con facilidad. Los días pasados comenté los casos del transporte aéreo y por ferrocarril en la fachada atlántica o los problemas con el paritorio del Hospital de Verín. Obstáculos para la vida de los ciudadanos, que traslucen debilidades en las políticas públicas, por la dificultad que tienen los sistemas políticos nacionales para aprovechar las ventajas de una realidad más europea e integrada.

Hoy, fin de año, termino la serie sobre la persistencia de viejas rigideces fronterizas en esta esquina atlántica refiriéndome al idioma. El portugués deriva del antiguo gallego, mal que le pese a algunos en Portugal, y aún son lenguas muy similares. Los que hablamos gallego y hemos tenido que trabajar en países lusófonos sabemos que, en pocos días, empezamos a comunicamos con naturalidad, aunque llegar a escribir el portugués cueste algo más (afortunadamente tenemos correctores de texto), y en el mundo de los negocios hablar el idioma del otro es una enorme ventaja. Por su parte, los jóvenes formados en gallego, cuando viajan, descubren que se comunican bien, por ejemplo, con los brasileños o los caboverdianos.

Sería fácil y tendría muy poco coste que en Galicia los estudiantes salieran de la formación escolar con un buen nivel de portugués, como una corta derivación del estudio del gallego. Hablarían un idioma oficial de la Unión Europea que tiene más usuarios que el francés, el alemán o el ruso. Pero eso choca con obstáculos mentales (el idioma internacional de España es el castellano) e institucionales. Dentro del rígido esquema normativo de la educación, el portugués no es “lengua propia”, es “lengua extranjera” y aprenderla no es cosa de seis meses sino de cinco años, que justifican muchas horas de profesores cualificados. Aunque, para los gallegos, el idioma luso sea algo así como “semipropio”. ¡Qué mala suerte!, una categoría inexistente.

Por culpa de rigideces inmateriales Galicia desperdicia la mejor y más barata oportunidad que tiene para ser más internacional y competitiva. Con las fronteras hemos topado, Sancho. Tendremos que aprender a mirar por encima de ellas, sobre todo cuando, en este terreno,  son sólo viento que agita antiguas ideas preconcebidas, papeles oficiales e intereses corporativos varios.

Como a los gallegos se nos supone alguna capacidad especial para gestionar las ambigüedades de la vida, algunos estamos tratando de ayudar a superarlas desde la sociedad civil (dgap.gal), por libre, sin adscripciones políticas y con neutralidad ortográfica (un tema que da lugar aquí a auténticas “guerras de religión”) y hay muchos más trabajando con otras iniciativas. Usamos el símbolo que figura arriba (creado por Juan Quián). El gallego es una wifi que nos permite hablar con otras gentes en cuatro continentes. Deberíamos usarla más. Es gratis, la ha puesto ahí una sociedad que mantuvo durante siglos el uso de una lengua que muchos aún desprecian.  

Sería una riqueza no sólo para Galicia, también para España que encontraría un nuevo puente para acercarse a un vecino con el que a veces le cuesta entenderse y a su legado cultural en el mundo. Observen como China, un país radicalmente refractario a la diversidad, invierte para que no se pierda el portugués en Macao, porque le interesa contar con muchos chinos que se comuniquen naturalmente en un idioma muy importante, que, según las proyecciones de la ONU, a fin de siglo hablarán 500 millones de personas.

Este tema va a ser central en Galicia en este 2020 que nos llega con elecciones autonómicas y que ha sido dedicado por la Real Academia Galega al profesor Ricardo Carbalho Calero, que en vida defendió el acercamiento entre el gallego y el portugués. Si conseguimos avanzar por ese camino, le daremos la vuelta a la pérdida de gallegohablantes, tendremos más gente con la que intercambiar ideas y sentimientos y seremos más eficaces comprando y vendiendo por el mundo adelante

¡Feliz año nuevo!

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5 comentarios

  1. ¡¡ España, España, … incapaz durante 40 anos de democracia de ver o idioma Galego como asunto de Estado !!!.
    ¿Qué máis podemos facer os galegos ante quén parte dunha idea de España na que só ten cabida “españolizar” Galicia ?

    1. Por suposto, Xosé Lois, pero hai que pelexar. O 2020 é decisivo ao ser para Carbalho Calero.
      Se queres botar una man, estaremos encantados en dgap.gal, pura sociedade civil loitando polo país. Feliz ano

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