El Presidente de los EEUU apunta, otra vez, en una dirección correcta cuando da prioridad a la clase media. Al presentar unos presupuestos muy ambiciosos para el 2022, resaltó la importancia de aumentar el gasto en atención sanitaria y reforzar la educación pública, fundamental para garantizar la igualdad de oportunidades y el ascenso social. Ese proyecto de presupuesto también prevé una inversión muy importante en nuevas infraestructuras que ayudará a crear empleo. Lo expresó con claridad durante la presentación: “Wall Street no construyó este país, lo hizo la clase media”.

La creciente desigualdad que registra el mundo, tan bien estudiada por Piketty y otros, es uno de los ejes de mi libro. En todas partes, pero muy especialmente en los EEUU, el acceso a la educación de mucha calidad es un instrumento que usan los más privilegiados para perpetuar las diferencias de clase. Por eso el Presidente apunta en esa dirección.

Un elemento que está aplastando a las clases medias es la creciente presión fiscal, por la necesidad de disponer de recursos públicos para proteger a los trabajadores menos cualificados y a los desempleados, agredidos por el desplazamiento de actividades productivas a países con mano de obra barata, una consecuencia de la globalización y de la voluntad de muchos de salir de la pobreza. El aumento de la demanda de los servicios del Estado, coincide con la capacidad de los muy ricos y las grandes multinacionales -lo que Biden llama Wall Street que incluye a Donald Trump y gente como él- de pagar pocos impuestos por la competencia entre Estados y regiones para atraer inversores.

Esa tesitura, necesidad de más protección social y menos capacidad de recaudar a los poderosos, hace que los impuestos aprieten cada vez más a los que no se pueden esconder en la ingeniería fiscal y debilitan a la clase media. Este proceso se describe en las páginas 96-99 de mi ensayo y explica muchos de los problemas que tenemos. Los más favorecidos apelan a un populismo que defiende sus intereses y atrae a los que se sienten agredidos por la globalización y buscan la protección en la idea de una nación que los protege gestionada por una elite patriótica. Procesos como lo ocurrido en el reino Unido con el Brexit y el ascenso de Donald Trump responden a esta dinámica, que se va extendiendo por muchos países.

Biden es coherente con su estrategia y también ha movido ficha en el complejo tablero de la competencia fiscal, propone un impuesto de sociedades mínimo, a nivel internacional, y ha encontrado el apoyo de Europa. Es el camino para poder aumentar el gasto sin aplastar más a las clases medias. El tema es la base de los problemas de aumento de tensión política que tenemos, también aquí, y continuaré dedicándole espacio en entradas futuras.

Hoy quiero destacar que el nuevo Presidente de los EEUU camina en la dirección correcta para defender la democracia y el sistema de vida de sus ciudadanos. Pocos días antes, el Partido Republicano se arrojaba en los brazos del populismo de Trump, al desbancar de su puesto de liderazgo en el Congreso a una diputada muy conservadora, Liz Cheney, hija de un Vicepresidente radical en esa línea. Es una persona seria que no apoya la teoría del amaño de las últimas elecciones y les pide a sus compañeros de partido que respeten la ley.  El populismo es simple, no admite discrepancias con el líder, las disidencias se castigan, de ahí surgen diversas variantes de autoritarismo. Se necesita una clase media fuerte para evitar su ascenso.

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3 comentarios

  1. El objetivo es incontestable.
    Las recetas para lograrlo serán buenas si valen para alcanzarlo.

    1. Los indultos serán legales parece, otra cosa es que no gusten a los aparatos que se consideran propietarios de lo que es legal o no lo es

  2. Aunque desconocía parte de los casos concretos que se citan, no puedo estar más de acuerdo con los conceptos y espero y deseo que, en EEUU y durante el mandato de Joe Biden se combatan con determinación y eficacia las malas prácticas que, según afirmas, allí se han venido dando.

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